domingo, 13 de marzo de 2011

ENTRE GARGOLAS


No se, pero generalmente escribo cuando algo anda muy bien o cuando algo anda muy mal, quizás deba convertir en rutina escribir, pero creo que ya no seria espontáneo e interesante para mi. Hoy Salí de casa después de mucho días, me fui a un lugar al que voy continuamente, lleve algo para leer, me tome un capuccino, dos caipiroska y un agua, leí mucho y fui dos veces al baño (bebí demasiado liquido). Luego camine un poco, necesitaba aire fresco, la noche estaba fría había aire muy fresco, camine por las calles de piedra con las manos en los bolsillos, miraba alrededor como si nunca hubiese visto nada de lo que allí estaba, andaba con la cabeza hacia abajo, no quería chocar con miradas, vi los monumentos con ojos de gente solitaria (me sentía como un fantasma donde nadie me veía y yo veía a todos), sentía que las gárgolas me miraban y querían hablarme, sentía las estatuas moverse, y los rosetones cobrar vida y girar sobre sí mismos.

Luego, sino me equivoco vi que revisaban una alcantarilla y quise estar lejos, quise estar en una de las catacumbas del subsuelo de París (nunca he ido a París), donde van los catáfilos, donde no hay reglas, donde el lema es: “Hay que esconderse para ser feliz” o quizás quiera estar ahora mismo más lejos, quizás en Lituania (tampoco he ido a ahí), pero estoy aquí en Santo Domingo (quizás muy poca gente sepa donde esta Lituania, quizás muy poca gente sepa donde esta Santo Domingo), donde vivo, donde no tengo catacumbas ni pasadizos secretos, donde quizás me resulte pequeño para las casas que quiero, donde quizás muera, donde quizás viva. DONDE SEGURO HAY ÁNGELES.